lunes, 30 de julio de 2012

Realidad de Dios y aspiración del hombre

Realidad de Dios y aspiración del hombre El hombre acontece en el tiempo y Dios en la eternidad. Cristo enfatiza este hecho y deja establecido que el cielo y la tierra pasarán pero su palabra no pasará. El es consciente de existir eternamente como palabra de Dios absoluta y necesaria siendo el hijo del Padre que expresa al ser divino, y a su vez, siendo el hijo del hombre nacido en el tiempo, que conoce y experimenta las vicisitudes del tiempo y el momento de su hora para morir, redimir y resucitar a la gloria eterna del Padre, habiendo sido el maestro cuya misión es presentar la buena nueva del reino de los cielos que no es de este mundo sino pertenece al mundo de Dios. El conocimiento de la realidad de Dios lo presenta Cristo como una experiencia única que le pertenece exhaustivamente a Él como expresión absoluta suya siendo su Palabra eterna. Este conocimiento lo comparte con quienes dispuestos por la fe desarrollan una relación de amor a Dios, de manera que explícitamente se refiere a ello diciendo que quien le ama guardará su palabra y con el Padre vendrán a tal persona y harán en la interioridad de él su morada. Porque nadie conoce al Padre sino el Hijo y todo aquel a quien quisiere revelarlo. A su vez Cristo da gracias a su Padre porque los misterios del reino de Dios permanecen ocultos y desconocidos a los grandes y soberbios del mundo y determina en su generosa bondad revelar sus inmensas riquezas a los pequeños y humildes ante el mundo, que aunque despreciados o menospreciados, son preferidos y apreciados por Dios. El conocimiento de Dios lejos de ser una teoría deslumbrante de los grandes pensadores y filósofos de las que han sido grandes culturas de la historia en el pasado, o en el presente y el posible futuro, vino a ser y será la más maravillosa experiencia de los llamados por Cristo a quien le preguntaron inicialmente como discípulos llamados, maestro donde es que moras y él contestó, venid y lo veréis. El convivía con ellos siendo El maestro único y relacionándose con ellos, sus discípulos como un pastor con su rebaño por los caminos y poblados donde vino a ser el escenario de su misión evangelizadora, singularmente la Judea, Galilea, Samaria, los lagos de la región y ciudades bajo el dominio del imperio romano con los gobernantes reyes y procuradores tan conocidos en el evangelio. Todos sus apóstoles dejaron sus oficios y modo de vida para seguir a Cristo y El convivía con ellos. El apóstol que vino a ser el evangelista san Juan, nos da a conocer sus experiencias de Cristo como visionario que amplifica con su estilo peculiar lo que escuchó, miró y palpó del Verbo de Dios hecho carne que puso su morada entre nosotros. Y alude a que Cristo como Verbo de Dios vino a los suyos que no le recibieron, pero a los que sí le reciben y creen en su nombre les hace renacer por el espíritu no según las leyes de la carne y de la sangre, sino según la filiación divina que les convierte en hijos mismos de Dios de cuya plenitud todo recibimos gracia por gracia. La permanencia de Cristo en medio de sus seguidores existe como promesa sorprendente, ya que a su vez alude a que les conviene su partida como regreso a su Padre de donde ha salido. El promete estar con los suyos hasta el fin de los siglos y a su vez les aconseja estar siempre en alerta a su regreso. En realidad la labor santificadora del Espíritu Consolador dilucida sobre el profundo conocimiento de Cristo y de esta manera lo hace más profundamente presente en los creyentes que se identifican con El orientados a la perfección. El Espíritu de amor que existe entre el Padre y el Hijo, quienes se complacen entre sí con un espíritu de amistad divina complaciente y benevolente, es el mismo santificador que dispone, ilumina, fortalece y les llena de sus siete dones a los bautizados para lograr la realización mesiánica en el cuerpo místico de Cristo, adoración del Padre eterno. La presencia de Cristo persiste como misión evangélica de salvación sirviéndose del trabajo y el testimonio de los que en su amor se aman y aman como Cristo amó, hasta entregar la misma vida en servicio de los demás y para gloria de Dios. Patrimonio de mi poesía regalo de Dios realidad absoluta con un gran deseo por donarla de mi parte a la humanidad que pertenezco y sobre todo a Dios mismo de quien todo recibimos Autenticidad del amor de Amistad Virtud y amistad más allá del olvido Homenaje a la virtud y a la honesta amistad Que honestamente virtud y amistad son la belleza del alma Luz de la mirada y búsqueda de Dios Orientada a realizar la posibilidad real de un encuentro Eternamente feliz con la realidad absoluta tan divina como eterna. La virtud y la dicha La virtud convierte en realidad El deseo de ser libre La rectitud si eliges como vía, No se fija de más en la apariencia Ni le mueve egoísta conveniencia, La verdad es su eterna compañía. Nada importa sufrir aun la agonía, Feliz el alma y limpia la conciencia La virtud se practica con paciencia, El corazón, palpita en armonía. Rehúye todo mal y la maldad, Con la recta intención que no conspira Y se aparta de error y de mentira. Con pasión por honor a la verdad A los ojos de Dios que todo mira, Prefiere disfrutar su libertad. Con garantía, Si practicas la virtud Serás dichoso. Amistad feliz La semejanza recíproca y desinteresada, (similes cum similibus) Encuentro y descubrimiento de la amistad, (facilime congregantur) Serás feliz contando con amigos Solo estarás si el tiempo es nebuloso, Más allá de las nubes luce hermoso Brillante el sol, amando a tu enemigo. Te encuentras solo para estar contigo, Si descubres al Todopoderoso En silencio elocuente y venturoso, La soledad te sirve de testigo. Es feliz comprenderse y entender A pesar de que somos desiguales, Compartir la amistad nos hace iguales. En la fuente del ser y del saber Es mayor amistad la de uno mismo Con la estima de sí sin egoísmo. La amistad con Dios, Nos libra de enemigos Y de egoísmo. La Palabra de Dios Se encarna nace y resucita en Cristo Florece y fructifica eternamente como semilla del reino de Dios Semilla en plenitud del ser fecundo Universo y Creación, renacerán, Pasará cielo y tierra de este mundo La Palabra de Dios no pasará. La maldad que penetra tan profundo Dios con fuego divino extinguirá, Luz en llama su cielo encenderá De raíz extinguido el mal inmundo. Celeste el Paraíso terrenal La plenitud de Cristo fructifica, Vida eterna que todo santifica. Luce eterno su amor, Dios celestial La Palabra divina en su victoria, ¡Templo, trono y sagrario de la gloria! Eterna Voz La palabra de Dios, ¡No pasará! Poema a la mansión de Dios Creador y Padre, ¡oh amor inolvidable! A tu sombra florece la esperanza. Olvidados de ti, ¿quien soy yo para que no se olviden de mi? Soneto La ingratitud es indicio de maldad E iracundo demonio que conspira, Divina luz de Dios, le pesa y mira Tinieblas que no ven la claridad. Dios es el esplendor de la verdad Verdad que no florece en la mentira, Ahogada la semilla no respira Ante el misterio de la iniquidad. La verdad del amor no está perdida Y en semilla no debe estar podrida, La divina mansión es para todos. Los que elige encuentran acomodo Y consuelo del alma en cada herida, ¡En verdad Dios es Padre de la vida! Mansión de Dios Que existe para todos, Los elegidos. El árbol de mi adolescencia Echó raíces a la orilla Sobrevivió y es una maravilla Te plante como a mí en esta orilla Frente al caudal de la sabiduría, Aquí en el seminario la semilla Belleza de mi eterna poesía. Y en ti creció la misma maravilla De vida floreciente tuya y mía, Quijote de la Mancha y de Castilla Compartes con mi honor la misma vía. La frente en alto vigoroso creces Honorable en honor a la verdad, Nuestras raíces de autenticidad. Orgulloso de ti, te lo mereces, Tu recuerdo en futuro en realidad Me acompañe a la misma eternidad. ¡Que vigoroso El árbol que plante, Tronco y raíz! Cristo plenitud de Dios en el hombre Dios y hombre en la Nueva Creación Hombre y Creación perfectamente en Dios ternamente resucita y crece Luz del mundo en tinieblas, su semilla En el tiempo es eterna maravilla, La Palabra divina no perece. Vida eterna en el tiempo su presencia La palabra del hombre que es de Dios, Encarna en Cristo con su eterna voz Divina plenitud en su conciencia. Subir la cruz por mí no le mancilla Eterna realidad que permanece, Existo y resucito a quien se humilla. Hasta el fin de los siglos mi existencia, Yo en medio de vosotros sigo en pos Y aseguro por siempre estar con vos. Hombre y Creación, Palabra en plenitud La Voz de Dios. Realidad eminente Intimidad de Cristo la conciencia de ser Dios En esencia y existencia quien comparte lo humano y lo divino Divina realidad por excelencia Eres Creador del cielo y de la tierra Y fuente de la paz, triunfo en la guerra, Victoriosa bondad en tu presencia. Eres la vida misma en eminencia Y perfecta verdad que nunca yerra, La eternidad de ser en ti se encierra Cual único absoluto en tu existencia. Entrañas del amor de Dios eterno Y en plenitud humana, el ser divino, Ser Palabra del Verbo es tu destino. Dios de Dios, luz de luz, el sempiterno Que ha cerrado las puertas del infierno, Infinito en la cumbre del camino. Por eminencia, La realidad de Dios En su presencia. La oración de Cristo Maestro enseñanos a orar Que tu oración sea la nuestra Padre nuestro y de toda la Creación Que en la tierra lo mismo que en los cielos Tu voluntad se cumpla a perfección Con el triunfo de todos tus anhelos. Tu santo nombre sea la adoración Con tu reino divino en nuestro suelo, Que Tu, santificado en oración Seas la fuente de amor y de consuelo. Da todos pan, el pan de cada día, Que cuerpo y alma nutras de alegría Seguros del perdón que nos concedes. Si perdonamos perdonarnos puedes No queremos el mal, Tu, no lo quieres, De tentación nos libren tus quehaceres. Obediencia a Dios Mi Padre, vuestro Padre, ¡Cielos y tierra!